Soy

Madre, hija, esposa, empresaria y mujer despierta.
Os voy a contar un poquito sobre mí. Voy a desnudar-me por dentro por si algo de lo que te cuento te resuena y te hace click. Igual algo conecta contigo, si es así no lo hagas tuyo, esta es mi experiencia, que ojalá te sirva para reflexionar sobre la tuya.

Hay que ser muy valiente para emprender este viaje.

Carolina Herrera

De pequeña lloraba bastante, aparentemente sin motivo. Recuerdo momentos muy tristes y sensaciones de soledad que culminaron en lo que yo denomino «mi primera depresión«.

Tendría unos 11 años cuando la situación emocional en casa no atravesaba el mejor momento. En ese panorama familiar, donde se respiraba pesimismo, me refugié en «la pena» y la autocompasión como un lugar donde conseguir la atención y el amor que tanto anhelaba e idealizaba. Fue la forma que «yo elegí» y que «yo utilicé» para procesar todo lo que ocurría, nadie más es responsable de ello.

Después de muchos años de culpa y frustración, hoy en día sé que no fue la mejor decisión, pero la única que sabía y la que necesitaba en aquel momento para llegar a SER. Siguieron un par de episodios más de «depresión«, miles de síntomas y todo tipo de terapias alternativas con un mismo fin: acabar con ese vacío al que no atendía y que intentaba tapar con tantas cosas, una muy recurrente, la comida.

Esa necesidad por buscar-me siempre estuvo ligada a la alimentación. Desde muy pequeña rechazaba el pecho. Tampoco quería comer cuando llegó el momento de introducir el sólido. Debió ser complicado para una madre ver como su hija no quería abrir la boca. A simple vista un acto físico de supervivencia pero ahondando en mi sombra entendí que era una necesidad emocional de expresión.

Mi relación con la alimentación era una montaña rusa.

Una primera etapa de rechazo, es curioso, de pequeños somos más esencia, más puros, y dejamos sin tapujos y sin censura lo que no queremos, lo que emocionalmente nos inquieta. Luego pasé al otro extremo y comía bastante, con mucha ansiedad. Atravesé un período de obsesión total por todo lo ingería. No quiero etiquetarlo, porque tiene un nombre en medicina, pero no lo sentía realmente así, y no es por falta de consciencia. Fue una etapa muy oscura. La comida como refugio de las emociones y como una falsa sensación de control (siendo totalmente inconsciente de que no controlamos nada). Pasaba de momentos de restricción y castigo al descontrol cuando era un poquito más mi esencia. Pero esta situación se me fue de las manos y, finalmente, acabé pidiendo ayuda profesional.

Muchos pueden decir suerte, yo no creo en las casualidades, pero al mismo tiempo que comencé mi terapia conocí al que hoy sigue siendo mi compañero de viaje. Ambos, maestros espirituales, me acompañaron en el camino más difícil de mi vida hacia el autoconocimiento y hacia mi verdadero SER. En ellos reflejé mi sombra, lo más oscuro y rechazado de mí alma. Muchos momentos de negación y de conflicto.

Años más tarde, cuando creía estar «más estable», nació mi hija, y volví a ponerlo todo patas arriba. Una nueva maestra espiritual que, con tan solo 11 años, me ha enseñado más sobre mí, y sigue haciéndolo, que toda una vida de búsqueda incansable. Cuatro años después, nació mi hijo y, cuando estaba convencida de que no podría «volver a caer en el abismo», mi sombra dio un giro y se manifestó desde otro lugar.

Gracias a todos ellos he ido creciendo y evolucionando hacia la persona que ahora mismo soy, con mis virtudes y mis defectos. Esta vez mucho más despierta y consciente de que la vida te da lo que necesitas para seguir evolucionando para ser tu mejor versión. Más confiada pero sin extremos, sabiendo que todo puede cambiar en cualquier momento pero con unos cimientos más sólidos para poder afrontar «lo que venga», en definitiva, para VIVIR.

Si te sientes identificado con alguno de estos aspectos te invito a que reflexiones sobre tus emociones. Tómate un respiro en esta vida tan ajetreada de constante felicidad autoimpuesta y deja que nazca el ser que verdaderamente eres. Te aseguro que lo que buscas está dentro de ti y que, desde ese lugar, la vida se ve de otro color, mucho más bonita.

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